por Marcelo López Álvarez
A principios de los 2000, China vio un camino de inversiones y expansión, así como una unión entre el Pacífico y el Atlántico, a través del triángulo de Brasil, Argentina y Chile. Un anclaje perfecto para sus inversiones y expansión comercial con la Nueva Ruta de la Seda. Después pasaron cosas con nombre y apellido: Sebastián Piñera, Mauricio Macri y Jair Bolsonaro mantuvieron las mínimas e indispensables relaciones comerciales para no enojar a Estados Unidos, pero frenaron las inversiones y desarrollos.
Ahora, Javier Milei busca desesperadamente mejorar su relación con el gigante asiático, después de las diatribas de su campaña y sus primeros días de gobierno. Un gesto que tendrá hoy su corolario con la bilateral con Xi Jinping (en el marco del G20), sobre la cual no habría que centrar demasiadas expectativas, más allá de lograr que China soporte un tiempo más el swap de monedas que da algo de aire al Central. O quizás ampliarlo un poco, teniendo en cuenta que las políticas aperturistas del gobierno a China le calzan como un guante, ante el posible endurecimiento de los aranceles a productos chinos en Estados Unidos.
El interés chino en América Latina tomó otros rumbos. El crecimiento de los BRICS lo acerca fuertemente a Brasil, y la inauguración del puerto de Chancay, a apenas 80 kilómetros de Lima (Perú), con una fastuosa inversión de la nación asiática, va en camino a transformar la gestión económica de Sudamérica.
¿Cuál es el espacio que puede tener Argentina en la búsqueda de atraer desde China inversiones de ese tipo? Los datos de la realidad dicen que ninguno. Por lo menos, si no hay alguna reversión importante en dos medidas que tomó Javier Milei desde que asumió: frenar nuevamente la construcción de las centrales hidroeléctricas en la Patagonia y la cancelación del proceso para llegar al contrato de construcción del puerto en Ushuaia.
Pero, además, China también evalúa que el gobierno argentino muestra poco interés en proteger las inversiones de empresas de ese país en la minería del litio en el norte argentino. No están desacertados; por lo menos hasta hace unos meses, el gobierno de Javier Milei veía con buenos ojos que esas inversiones pasaran a otras manos. La repentina vocación por profundizar los controles de una minera china en Catamarca, después de la asunción de los libertarios, levantó varias sospechas.
La diplomacia china no es demasiado afectada a explicar o comunicar en exceso lo que pasa en las reuniones bilaterales, más allá de las formalidades y declaraciones de circunstancia. Y a Javier Milei y sus voceros poco se les puede creer en lo que transmitan o dejen trascender a sus coreutas de los medios para que lean cuál es la partitura. Habrá que ver qué comunican ambas partes después de la bilateral.
La inauguración del Puerto de Chancay, a unos 70 kilómetros de Lima, se transformó en la primera muestra concreta de lo que (cuando hay decisión política) puede hacer China en América Latina y del grado de inversión que está dispuesto a concretar en distintos puntos del mundo. El inicio de operaciones marca un hito en la conectividad marítima de Sudamérica y Asia. La ambiciosa infraestructura, de inversión mixta entre Perú y China, promete transformar las dinámicas comerciales y político-estratégicas regionales, con la posibilidad de posicionar al país andino como un hub logístico de primer nivel.
Con una inversión inicial de 3.400 millones de dólares, el puerto de Chancay es una obra de ingeniería de una envergadura inusitada en Latinoamérica, capaz de recibir buques de hasta 18.000 contenedores de 20 pies. Su puesta en marcha puede reducir los costos de transporte hacia Asia en un 15%, atraer inversiones extranjeras, generar 15.000 empleos directos e indirectos y promover el desarrollo económico de la región. El Ministerio de Transportes y Comunicaciones de Perú aseguró en la información oficial que, con el puerto funcionando a pleno, se incrementará en un 3% el Producto Bruto Interno del país.
Al reducir los costos de transporte hacia Asia, el puerto de Chancay se convertirá en una puerta de entrada y salida más competitiva para las exportaciones de la región y pone a Perú en una posición de privilegio para sus productos agrícolas, mineros y manufacturados. "El puerto de Chancay tiene el potencial de transformar la matriz productiva peruana", afirmó Ricardo Sánchez, experto en economía portuaria y profesor de la Universidad de los Andes, a medios peruanos.
Asimismo, se espera que atraiga inversiones extranjeras en diversos sectores, como la manufactura, la logística y la distribución. "El puerto puede convertirse en un catalizador para el desarrollo de nuevas industrias en Perú, generando una mayor diversificación económica", agrega Julio Villalobos, director del Centro de Transporte y Logística de la Universidad Andrés Bello.
La inversión china y la concesión a largo plazo del puerto a una empresa china, COSCO Shipping Ports Limited, desataron los recelos de los posibles funcionarios de la próxima administración de Donald Trump, que ya aseguraron que las mercaderías que pasen por ese puerto pueden recibir los mismos aranceles que las que lleguen de China a territorio norteamericano.
China, mientras tanto, no se amilana y avanza con el financiamiento de obras de infraestructura no solo en Perú, sino también en otros países de la región que puedan acercar el puerto a otras regiones y producciones. "La construcción de carreteras, ferrocarriles y zonas de almacenamiento es fundamental para conectar el puerto con los centros de producción y consumo, y garantizar una eficiente cadena logística", aseguró el profesor Rubén Tang, del Instituto Confucio de la Pontificia Universidad Católica del Perú, al diario El Comercio.
Como expresamos, el control del nuevo Puerto de Chancay está en manos chinas a través de la naviera estatal Cosco Shipping, que controla el 60% de las acciones de Cosco Shipping Ports Chancay Perú S.A. El 40% que completa el paquete accionario de la administración del puerto pertenece a Inversiones Portuarias Chancay (IPCH), sociedad controlada por Transition Metals.
Transition Metals AG, con sede en Ontario (Canadá), es una subsidiaria de la argentina Integra Capital, la empresa de José Luis Manzano, que hace apenas unas horas estuvo en una de las mesas de la presentación de la Fundación Faro, el nuevo think tank oficialista que busca expandir la doctrina del gobierno y formar cuadros técnicos y políticos, además de servir como un vehículo jurídico para recaudar fondos para la causa libertaria, según aseguraron los miembros de la nueva institución.
El puerto de Chancay representa una apuesta estratégica de Perú por fortalecer su posición en el comercio global, pero además una clara muestra de que los negocios no tienen ideología, sino que se mueven por otros conceptos. Nadie puede decir que la gestión económica de Perú es “comunista”; sin embargo, allí está el puerto más grande construido en Latinoamérica en las últimas décadas y una oportunidad de tener a Asia más cerca.