
Según un informe del IERAL de la Fundación Mediterránea, la economía argentina mostró una recuperación parcial tras la recesión de 2023-2024, con un crecimiento del PBI de entre 5,0% y 6,0% anualizado y desestacionalizado en el cuarto trimestre de 2024 y el primero de 2025. Sin embargo, ya se observan signos de desaceleración.
El informe destaca que, tras un repunte en la segunda mitad de 2024, el ritmo de expansión comenzó a moderarse. Con un "crawl" del 2,0% mensual en el tipo de cambio y una tasa de interés real positiva, el crédito al sector privado creció 5,5% mensual en términos reales hasta marzo, lo que fue clave para salir de la recesión. Aun así, indicadores privados anticipan una caída de actividad en marzo, y el PIB anualizado podría bajar al 3,5% en el segundo y tercer trimestre de 2025.
Este freno, si bien podría aliviar las cuentas externas, también impactará en el empleo, que ya muestra debilidades estructurales.
El INDEC confirmó esta tendencia: si bien la industria creció 5,2% interanual en marzo de 2025, se contrajo 4,5% respecto a febrero. En el mismo sentido, la construcción —otro sector clave— aumentó 15,8% interanual, pero bajó 4,1% mensual.
Pese al repunte, el PIB a febrero de 2025 alcanzó recién el pico previo de noviembre de 2017, lo que evidencia la fragilidad del proceso. Además, el crecimiento no es homogéneo: minería e hidrocarburos crecieron 31,6% desde 2017, pero industria, construcción y transporte siguen rezagados.
Uno de los datos más preocupantes del informe es la caída de la productividad: en siete años, retrocedió 13,4%, ya que para alcanzar el mismo nivel de actividad de 2017 fue necesario un incremento del 13,3% en el empleo, en su mayoría informal, estatal o cuentapropista. El empleo asalariado privado formal, el más productivo, descendió del 33,1% al 29% del total.
El repunte del agro se explica más por la superación de la sequía que por mejoras estructurales. La producción de granos lleva 8 años estancada, mientras que en Brasil creció 47% en el mismo período. La presión fiscal, especialmente a través de las retenciones a las exportaciones, limita la competitividad.
En el caso de la industria, los obstáculos son múltiples: competencia asiática, presión impositiva y falta de escala. El IERAL propone reformas impositivas, laborales y comerciales, así como modificar el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) para que incluya a PYMES y sectores agroindustriales.
La Fundación Mediterránea concluye que, aunque se lograron niveles de actividad similares a los de 2017, la baja productividad, la caída del empleo formal y la falta de inversión hacen que el camino hacia un crecimiento sostenido sea inviable sin reformas estructurales profundas. Entre ellas se destacan las vinculadas a productividad, empleo, sistema impositivo e infraestructura.