
Mientras Chile consolida su perfil exportador, con sectores como el cobre, la salmonicultura y el litio generando miles de millones en divisas, Argentina aún está lejos de capitalizar sus recursos naturales de manera similar. Si bien hay interés empresarial en ambos lados de la cordillera, las restricciones ambientales, la falta de infraestructura y un marco normativo incierto marcan diferencias notables.
En 2023, Chile exportó bienes y servicios por US$ 100.000 millones, mientras que Argentina alcanzó los US$ 80.000 millones. La distancia se vuelve más llamativa al observar la evolución histórica: en 2003, Argentina superaba a Chile en comercio exterior, con US$ 30.000 millones frente a los US$ 21.000 millones del país vecino.
Sin embargo, Chile transformó su matriz exportadora y apostó por sectores de alto valor agregado. El año pasado, el cobre encabezó la lista con US$ 50.000 millones, seguido por la salmonicultura, con US$ 6.371 millones, y el litio, con US$ 2.893 millones. La fruta fresca, como sector, también mostró un desempeño destacado.
La industria salmonera chilena no sólo es una fuente clave de divisas, sino también de empleo: genera más de 80.000 puestos de trabajo, con 7.000 concentrados en la región de Magallanes. Un operario puede ganar entre US$ 1.000 y US$ 2.000 mensuales, dependiendo de su rol.
Mientras tanto, Argentina tomó un camino opuesto. En Tierra del Fuego, la Legislatura aprobó por unanimidad una ley que prohíbe la salmonicultura en su territorio, siendo la primera jurisdicción del mundo en adoptar esta postura.
El origen del debate fue un acuerdo firmado en 2018 entre los gobiernos nacional y provincial con Noruega, el mayor productor mundial de salmón, para desarrollar la actividad en el Canal de Beagle. Sin embargo, la fuerte oposición de las comunidades locales y el impacto ambiental potencial llevaron a desechar el proyecto.
“La comunidad y el gobierno provincial no están dispuestos a poner en riesgo los valores naturales ni los 17.000 empleos que dependen del turismo en la región”, señalaron desde el colectivo ambientalista Sin Azul No Hay Verde.
Con el cambio de gobierno y un contexto más favorable para las inversiones, empresarios argentinos empiezan a mirar nuevamente a la salmonicultura. Rubén Cherñajovsky, fundador del grupo Newsan, expresó en una entrevista que trabaja para modificar la ley fueguina que impide la producción de salmones en aguas marítimas y lacustres.
Por su parte, Diego La Torre, CEO del laboratorio Tecnovax, manifestó su interés en invertir US$ 400 millones para construir un complejo de celdas subacuáticas en Santa Cruz. Aseguró que el país cuenta con recursos naturales, acceso a agua dulce, energía, conocimiento técnico y personal calificado para desarrollar la actividad.
Según datos globales, en 2015 se produjeron más de 2,2 millones de toneladas de salmón cultivado, frente a 880.000 toneladas de salmón silvestre. Las proyecciones de la FAO indican que para 2050 la población mundial alcanzará los 9.700 millones, lo que duplicará la demanda de proteínas.
Chile también se muestra firme en el desarrollo de su minería del cobre. De acuerdo a la Comisión Chilena del Cobre (COCHILCO), el país tiene una cartera de inversiones mineras por US$ 83.100 millones para el período 2024–2033, la más alta de la última década.
En contraste, Argentina aún está en etapa de exploración. La empresa NGEX anunció descubrimientos de cobre, oro y plata en el “Distrito Vicuña”, en San Juan, despertando expectativas. Además, Glencore, que controla los proyectos El Pachón (San Juan) y MARA (Catamarca), destacó el impacto que podría tener el país si logra activar su potencial cuprífero.
“Hoy el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) nos pone en pie de igualdad con Chile y Perú”, afirmó Martín Pérez de Solay, CEO de Glencore. Y agregó: “La electrificación global va a disparar la demanda de cobre, y Argentina puede jugar un rol clave”.