
El Índice de Precios al Consumidor (IPC) de mayo sorprendió con un incremento de apenas 1,5%, el más bajo desde mayo de 2020. De este modo, la inflación interanual se ubicó en el 43,5%, completando trece meses consecutivos de desaceleración, según el relevamiento oficial difundido por el INDEC. En lo que va del año, el alza acumulada alcanza 13,3%.
La noticia representa un logro estadístico para el Gobierno, que refuerza su discurso de estabilización económica. Sin embargo, la lectura social de estos datos plantea una contradicción evidente: mientras los números bajan, la sensación térmica de los precios sigue al rojo vivo, sobre todo en los sectores de menores ingresos. La inflación oficial parece alejarse cada vez más de la experiencia cotidiana en los hogares argentinos.
Desde el Ministerio de Economía se destacó que la inflación núcleo fue de 2,2%, mientras que los precios regulados aumentaron 1,3% y los estacionales registraron una caída del 2,7%. Los mayores aumentos se dieron en Restaurantes y Hoteles (3,5%), Comunicación (3,1%) y Vivienda, agua y electricidad (3,1%). Por el contrario, el precio de las frutas bajó un 6%, y las carnes aumentaron 2,3%.
La contracara del informe oficial la ofreció el Índice Barrial de Precios (IBP), elaborado por el Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (ISEPCI), que releva negocios de cercanía en los barrios populares del conurbano bonaerense. Allí, la Canasta Básica de Alimentos (CBA) subió 3,48% en mayo, más del doble que la medición del INDEC.
Según este índice alternativo, una familia tipo necesitó en mayo $1.135.657,35 para no caer bajo la línea de pobreza. Esa cifra equivale a casi cuatro veces el salario mínimo, que ese mismo mes se ubicó en $308.000. Incluso si dos adultos en el hogar perciben ese ingreso, el total de $616.000 no alcanza para cubrir la Canasta Básica Total, que incluye no solo alimentos sino también servicios esenciales.
En el acumulado anual, la Canasta Básica de Alimentos aumentó 37,68%, mientras que la Total se disparó 188,79% desde diciembre de 2023, momento en que asumió el nuevo gobierno. En ese mismo lapso, el salario mínimo creció 133,48%, marcando un desfase creciente entre ingresos y costos básicos que golpea directamente a los sectores más vulnerables.
Entre los productos de consumo habitual, los aumentos fueron particularmente elevados. El rubro almacén subió 5,07% en mayo, y las carnes, 4,42%. Solo frutas y verduras mostraron una leve baja de -1,99%. En el acumulado anual, los cortes de carne —un componente central en la dieta nacional— aumentaron 55,2%, muy por encima de la inflación promedio.
Estas cifras ilustran la desconexión entre los datos oficiales y la economía real de las familias trabajadoras, sobre todo aquellas que dependen de ingresos informales, changas o salarios por debajo del mínimo legal.
“La inflación puede estar bajando en los gráficos, pero en la heladera de mi casa no se nota”, es una frase que se repite con resignación en los barrios del conurbano, y que resume la distancia creciente entre los indicadores macroeconómicos y la vida cotidiana.
Mientras el gobierno apuesta al anclaje fiscal y monetario, en la base de la pirámide social crece la pobreza estructural y la exclusión, alimentadas por una combinación de precios todavía altos, salarios retrasados y falta de empleo formal.
Organizaciones sociales advierten que, aunque el INDEC muestre mejoras, la recuperación aún no se refleja en el plato ni en el bolsillo, lo que alimenta la desconfianza y el malestar de una parte significativa de la población.
Que la inflación baje es, sin dudas, una noticia positiva, tanto para la economía como para las expectativas generales. Pero para que sea también una noticia justa, deberá traducirse en mejoras concretas en el poder adquisitivo, en el acceso al trabajo registrado y en una recuperación efectiva del salario real.
Mientras tanto, las estadísticas oficiales y los precios del almacén de la esquina seguirán siendo dos realidades paralelas, que reflejan una misma economía, pero desde lugares muy distintos.