
La adquisición de Flybondi por parte del fondo estadounidense COC Global Enterprise no solo marca una nueva etapa en la vida de la primera, y la de más baja calidad de servicio, aerolínea low cost argentina, sino que pone en evidencia un entramado de relaciones políticas y empresariales que ejemplifican el fenómeno del capitalismo de amigos. Detrás de una operación que promete recapitalizar a la compañía y garantizar la continuidad laboral de sus 1.525 empleados, se ocultan vínculos que acercan a los nuevos dueños con altos mandos del gobierno y redes de influencia que trazan puentes entre Washington y Buenos Aires.
COC Global Enterprise se incorpora como inversor principal de Flybondi tras una inyección de capital estratégico destinada a:
Equilibrar las finanzas de la aerolínea, golpeadas por la pandemia y la volatilidad cambiaria.
Incorporar nuevas aeronaves y ampliar su flota para sostener la expansión de rutas domésticas e internacionales.
Consolidar el empleo de 1.525 colaboradores, según cifras oficiales de la compañía.
El concepto de capitalismo de amigos describe aquella alianza entre empresarios favorecidos por su cercanía al poder político y la asignación de contratos o inversiones en condiciones preferenciales. En el caso de Flybondi:
Recomendaciones cruzadas: Scatturice, asesor de confianza de Santiago Caputo (exsecretario de Política Económica), fue quien impulsó el nombramiento de altas autoridades de la AFIP.
Vuelos privados con fines políticos: El fondo estadounidense proporcionó su jet privado al secretario del Tesoro, Scott Bessent, en un episodio que terminó en un vuelo detenido una semana en Aeroparque con pasajeros vinculados al trumpismo de Miami.
Redes de influencia internacional: Barry Bennett, cofundador de la ultraconservadora CPAC Argentina, refuerza el nexo entre sectores empresariales y figuras políticas tanto en Estados Unidos como en la Argentina.
Estos estrechos lazos facilitan el acceso a financiamiento y licitaciones, mientras generan cuestionamientos sobre la transparencia y la competencia en el mercado de la aviación.
La compra de Flybondi por COC Global no está exenta de escándalos:
Espionaje y escuchas: A fines del kirchnerismo, Scatturice protagonizó una guerra de espías cuando su empresa C3 Consultings fue intervenida con pinchazos de teléfonos en medio del enfrentamiento entre Jaime Stiuso y Fernando Pocino.
Denuncias de seguridad operacional: Un fiscal federal investiga a cinco directivos de Flybondi por el uso reiterado de talleres clausurados por la ANAC, poniendo en riesgo la integridad de sus vuelos.
Cancelaciones y overbooking: La aerolínea arrastra un historial de reclamos masivos de pasajeros por demoras, cancelaciones y prácticas de sobreventa de pasajes.
Estas polémicas contrastan con el discurso oficial de la compañía, que destaca la democratización del transporte aéreo y su contribución al desarrollo regional.
En su comunicado, el CEO Mauricio Sana enfatizó que “la llegada de COC Global marca el inicio de una nueva etapa para consolidar el servicio y retomar los planes de crecimiento en el país y la región”. Sin embargo, la proximidad de los nuevos inversores con sectores gubernamentales plantea interrogantes sobre:
La independencia de gestión, ante posibles presiones políticas.
La competencia en el mercado, si otros jugadores no cuentan con accesos similares a financiamiento.
La rendición de cuentas, especialmente en materia de seguridad operacional y derechos de los trabajadores.
Mientras Flybondi avanza hacia su próxima fase de expansión, el caso se erige como un ejemplo paradigmático de cómo el capitalismo de amigos redefine las reglas del juego en el sector público-privado, donde la cercanía con el poder puede valer tanto como la fortaleza financiera.