
A pesar de las reformas económicas impulsadas por el gobierno de Javier Milei, el prestigioso índice MSCI ratificó a Argentina como mercado "standalone", la categoría más baja en su clasificación de países. Esto implica quedar fuera del radar de los fondos internacionales, que gestionan grandes volúmenes de capital en función de este tipo de rankings.
Además, MSCI descartó incluir al país en su lista de observación para un ascenso a la categoría de mercado de frontera, lo cual posterga cualquier posibilidad de reinserción financiera al menos hasta 2026.
La categoría "standalone" implica estar excluido de las clasificaciones más atractivas para los inversores: mercados emergentes o de frontera. Según MSCI, este nivel está reservado para países con serias deficiencias en estabilidad, accesibilidad y transparencia.
Entre los principales obstáculos se destacan las restricciones cambiarias, la falta de garantías para repatriar utilidades y la baja liquidez del sistema financiero. En consecuencia, Argentina permanece aislada del circuito principal de inversiones internacionales y con menores chances de reducir el Riesgo País, un objetivo central del equipo económico.
Argentina comparte esta categoría con economías pequeñas y de alto riesgo como Jamaica, Nigeria, Palestina, Panamá y Ucrania. A pesar de ciertas flexibilizaciones cambiarias anunciadas en abril, como el levantamiento de controles y la adopción de un tipo de cambio flotante administrado, MSCI considera que persisten obstáculos clave para el capital extranjero.
El diagnóstico es compartido por la calificadora Moody’s, que alertó sobre el riesgo de default, la debilidad de las reservas del Banco Central y la falta de credibilidad del programa económico. La ausencia de señales claras de estabilidad institucional o reglas previsibles refuerza la percepción de desconfianza global hacia el país.
Al revés de lo que esperaba el Gobierno, el panorama financiero se complicó aún más con la mala recepción de la última licitación de deuda en pesos. El Tesoro Nacional sólo pudo renovar el 55% de sus vencimientos, convalidando una tasa del 40,53% anual, muy por encima de la inflación proyectada. Esto reflejó la desconfianza de los inversores locales y reavivó los temores de una crisis de deuda interna.
En el frente externo, el déficit en la balanza de servicios alcanzó los u$s 4.502 millones en el primer trimestre, principalmente por el gasto en turismo emisivo. Aunque hubo un superávit comercial en bienes de u$s 3.276 millones, la cuenta corriente cerró con un saldo negativo de u$s 1.228 millones.
Los precios internacionales a la baja, la apreciación del tipo de cambio y el alto costo del financiamiento afectan a sectores clave como el agropecuario, el energético y el industrial. Solo las utilities, favorecidas por el ajuste tarifario, muestran algo de alivio. El resto del escenario sigue marcado por la recesión, la incertidumbre y la falta de acceso al crédito externo.