
Con un anuncio que marca un hito en la política comercial del bloque regional, el Mercosur -integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay- y los países que conforman la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA) -Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza- informaron este miércoles la conclusión de un acuerdo de libre comercio de amplio alcance, que solo entrar en vigencia cuando sea aprobado por los 8 parlamentos.
El anuncio fue realizado en la jornada de apertura de la Cumbre del Mercosur, que se desarrolla en la Ciudad de Buenos Aires y culminará este jueves con la reunión de jefes de Estado. Se prevé la presencia del presidente argentino Javier Milei, quien recibirá a sus pares regionales, entre ellos al mandatario brasileño Luiz Inácio “Lula” da Silva, en un contexto de tensiones bilaterales y expectativas de relanzamiento del bloque.
La presentación oficial del acuerdo estuvo a cargo del canciller argentino, Gerardo Werthein, quien leyó el comunicado conjunto elaborado por ambas partes. Según el texto, el tratado “creará un área de libre comercio de casi 300 millones de personas con un PIB consolidado de alrededor de US$4,3 trillones”.
Entre los aspectos más destacados, el canciller subrayó que “más del 97% de las exportaciones de ambas partes obtendrán mejoras en el acceso a los mercados, lo que impulsará un crecimiento del comercio bilateral y generará ventajas concretas tanto para empresas como para individuos”.
El acuerdo —cuyo texto definitivo se firmaría en los próximos meses— abarca áreas estratégicas como el comercio de bienes y servicios, inversiones, propiedad intelectual, compras públicas, competencia y defensa comercial, además de incorporar cláusulas sobre comercio y desarrollo sostenible, normativa aduanera y solución de controversias.
Las negociaciones entre ambos bloques comenzaron en marzo de 2015, aunque la primera ronda oficial tuvo lugar en junio de 2017, en Buenos Aires. Tras un largo período de estancamiento, las conversaciones se reactivaron en 2025, con base en los avances logrados hasta agosto de 2019.
En la etapa final, se sucedieron tres rondas presenciales y múltiples encuentros virtuales, lo que permitió alcanzar un entendimiento integral que, según el gobierno argentino, moderniza los vínculos comerciales con un socio clave del hemisferio norte.
Werthein destacó que el tratado “proveerá mayor acceso a mercados y normativa modernizada para el despacho de Aduana y la acumulación de origen, beneficiando especialmente a las pequeñas y medianas empresas del Mercosur”.
Además, enfatizó que “los agentes económicos de los países del Mercosur y de la EFTA se beneficiarán de una mayor previsibilidad y certidumbre jurídica, elementos esenciales para el crecimiento sostenido de los intercambios comerciales”.
El pacto con la EFTA se da en un contexto donde el Mercosur busca reposicionarse internacionalmente luego de años de estancamiento institucional y divergencias entre sus miembros. En este sentido, el acuerdo representa un avance concreto en la diversificación de socios comerciales, más allá del tradicional vínculo con la Unión Europea, cuyo acuerdo con el bloque sudamericano aún se encuentra pendiente de ratificación.
El entendimiento con los países de la EFTA, todos con economías altamente desarrolladas y exigentes estándares técnicos y ambientales, supone también un desafío para la competitividad del Mercosur, que deberá adaptar sus marcos productivos y regulatorios a exigencias más estrictas.
En términos geopolíticos, la firma del tratado también puede leerse como una señal de voluntad de apertura comercial por parte del Gobierno argentino y de sus socios regionales, en un momento donde el comercio internacional enfrenta crecientes tensiones proteccionistas.
El anuncio en Buenos Aires deja planteadas múltiples interrogantes: ¿podrá el Mercosur capitalizar esta apertura en favor del desarrollo regional? ¿Logrará avanzar en otras negociaciones estratégicas aún pendientes? Y, en el plano interno, ¿cómo impactará esta nueva agenda comercial en los sectores productivos locales?
Por ahora, el acuerdo con la EFTA representa una buena noticia para un bloque que busca renovar su agenda internacional y, al mismo tiempo, una hoja de ruta exigente para sus Estados parte.