
El empresario español Juan José Retamero, titular del Grupo AISA, que lleva varios años desarrollando actividad en Argentina con inversiones en diversos sectores, algunas conocidas por su magnitud y otras por sus conflictos judiciales, rompió su casi obsesivo silencio y bajo perfil, abriéndose (por única vez según adelantó) a un diálogo on the record con la prensa de Mendoza.
Desde 2015, año en que el grupo comenzó a operar en el país, AISA ha desarrollado proyectos en minería, pesca industrial, energías renovables e infraestructura urbana. Sin embargo, en Mendoza se hizo conocido por el interminable conflicto con varios actores del sector vitivinícola, pero especialmente con FECOVITA, con quienes formó una sociedad a través de su empresa IBERTE, y que terminó de la peor forma, con más de una decena de denuncias cruzadas que hoy esperan resolución en la Justicia de Mendoza y en el Tribunal Arbitral de la Bolsa de Comercio porteña.
El español, al frente del grupo AISA, desembarcó en el país en 2015 con el objetivo de proveerse de vino para cerrar sus obligaciones con otros mercados internacionales en una temporada de muy mala cosecha europea.
Hoy, una década después, su nombre está asociado a desarrollos en minería, energía, pesca y vivienda, con epicentros en San Juan, Chubut, San Luis y Mendoza, aunque aquí más en forma de litigios judiciales que de inversiones, al menos por ahora.
Más allá de las dificultades del entorno y los diversos momentos de Argentina, Retamero defiende con énfasis su decisión de seguir apostando por el país. “Desde que llegamos no ha cambiado absolutamente nada en nuestra pasión, en nuestra entrega, en nuestras ganas de hacer”, sostiene. Y advierte que, si el país logra consolidar condiciones estables -seguridad jurídica, libre disponibilidad de divisas y una presión fiscal razonable- puede aspirar a jugar en la liga de las grandes economías del mundo. “Hoy se empieza a equiparar con otras plazas. Yo celebro ese camino, y ojalá se consolide”, asegura el empresario, que parece sentirse cómodo con esta etapa política.
Uno de los capítulos más conocidos de la historia reciente del grupo AISA en Argentina es su frustrado desembarco en el sector vitivinícola mendocino. El empresario asegura que en la sociedad entre FECOVITA e IBERTE “se juntaban dos fuerzas muy potentes: el poder productivo y nuestras capacidades de desarrollo comercial. Podría haber sido una revolución”, afirma, y agrega que su idea apuntaba a modelos como el de Constellation, uno de los gigantes del vino mundial a nivel de comercialización.
Ese proyecto terminó judicializado, algo ya conocido al detalle por los mendocinos. Para Retamero, tanto AISA como los cooperativistas fueron “estafados”, y señala a FECOVITA como responsable del incumplimiento de un acuerdo firmado en octubre de 2022. “Era un acuerdo final, con reglas claras. Está todo allí. Nosotros cumplimos, ellos no. Por eso iniciamos acciones legales”, explica. Si bien reconoce que la experiencia fue traumática, prefiere no anclarse en ese episodio. “El pasado se debe dirimir en la Justicia. Nosotros tenemos que hablar del futuro”.
El viraje más importante del grupo AISA se produjo con su desembarco en el sector minero, donde su apuesta en San Juan fue de alto riesgo, adquiriendo el complejo minero Gualcamayo, que se encontraba en proceso de cierre con patrimonio neto negativo. “Cuando la compramos, estaba en proceso de cierre, estaba quebrada. Tres meses después, auditado por Price, ya tenía patrimonio neto positivo. Hoy emplea a 300 personas, produce todos los días y cuenta con reservas certificadas de clase mundial”, detalla.
El proyecto no solo significó una recuperación empresarial, sino también un modelo de gestión: caminos, luz, agua, licencia social, cumplimiento ambiental. Para Retamero, este tipo de procesos son posibles porque detrás no hay un fondo de inversión impersonal, sino una estructura familiar con vocación de reinversión. “No somos un millón de accionistas. Lo que generamos lo reinvertimos. No hay otra lógica posible si se quiere hacer bien”.
La expansión de AISA también incluye una pesquera en Chubut —con 500 empleados y una operatoria saneada en tiempo récord— y ya exportando, a lo que se suma la reciente adquisición de otro navío para la flota pesquera y un parque solar en San Luis, con factibilidad avanzada para la generación de 50 megavatios. Además, están trabajando en un segundo proyecto energético aún más ambicioso: un desarrollo de 1.000 megavatios, con una inversión proyectada de 1.000 millones de dólares, en el área de Gualcamayo.
Juan José Retamero, recibió a la prensa de Mendoza y rompió años de silencio e interrogantes
Retamero sorprende a sus entrevistadores anunciando que están evaluando proyectos de gas y petróleo para desembarcar en Vaca Muerta. “Estamos estudiando tres desarrollos. Me han preguntado si son en Neuquén o Mendoza, y la respuesta es: en ambos”, aclara. Para Retamero, pensar el país de manera fragmentada es un error. Su lógica es federal, integrada, sin prejuicios ni fronteras provinciales. “Nos llaman de muchas provincias. Gobernadores que quieren conocernos, que nos invitan a invertir. Eso nos enorgullece profundamente”.
En San Juan, además, llevan adelante un proyecto inmobiliario de gran escala: 170 viviendas, un hotel, un centro comercial y un hub de servicios para minería en lo que era la vieja planta de Cinzano, a la entrada de la ciudad, y que esperan inaugurar la primera parte antes de fin de año.
La apuesta no es solo económica. “Se necesita infraestructura para que los grandes proyectos energéticos funcionen. Departamentos para los trabajadores, hoteles para los directivos, servicios adecuados. Estamos intentando contribuir a eso”, explica Retamero.
A pesar del conflicto con FECOVITA, Retamero no descarta nuevos emprendimientos en Mendoza. Reconoce que existen conversaciones incipientes para desarrollar un hotel y algunos proyectos inmobiliarios. Y sostiene que no hay ningún impedimento, ni jurídico ni personal, que impida nuevas inversiones en la provincia. “Yo disfruto de Mendoza, me gusta su gente. Hay una conexión muy especial. Estamos abiertos a todo”, afirma.
En materia minera, el grupo analizó oportunidades en Malargüe. De hecho, realizaron una oferta por propiedades mineras que finalmente no prosperó.
Para Retamero, el futuro minero de Mendoza no es una hipótesis, sino una certeza aplazada. El empresario observa en la cordillera un potencial geológico comparable al de San Juan —tal vez incluso superior—, y advierte que la diferencia entre ambas provincias no radica en los recursos, sino en el ritmo de su institucionalidad. Insiste en que “esos minerales los van a sacar nuestros hijos, nuestros nietos o nuestros bisnietos”. La oportunidad, entonces, no está en discusión: lo que falta son las condiciones sociales y normativas que permitan convertir esa riqueza latente en desarrollo real, sostenible y aceptado por la comunidad. Retamero se esperanza con que Mendoza pueda, algún día, replicar experiencias exitosas como la de Gualcamayo. “Revertir lo que fue negativo en algo positivo me parece una oportunidad”, dice.
El empresario asegura que “hoy en día estamos en Gualcamayo primero porque yo quise entrar en el rubro minero y evidentemente porque la empresa decidió. Yo tenía la ilusión, la empresa me acompañó y todos nos alineamos para eso. ¿Pero por qué? Estaba cenando una noche aquí abajo (refiriéndose al hotel en el que se aloja) y me decía Raúl Rodríguez (ex presidente de la Cámara Minera de Mendoza y reconocido abogado del sector) que Argentina exporta 3 o 4 mil millones de dólares en mineral al año. Bueno, ¿y cuánto exporta Chile? 50 mil. Allí Argentina tiene oportunidad enorme y nosotros tenemos que estar”.
Si bien evita identificarse con sectores políticos específicos, Retamero describe el tipo de país en el que le interesa invertir: “Yo no soy de un bando ni de otro. Me gusta, como ciudadano, exigir un gobierno honesto, un gobierno que promueva el crecimiento y que cuide a sus ciudadanos. Y creo que este gobierno lo hace, ¿no?”.
Destaca que Argentina necesita capital, infraestructura y visión de futuro. Y pone como ejemplo la entrada de gigantes internacionales como Lundin y BHP en proyectos mineros estratégicos. “Eso es una gran noticia para todos los argentinos. Pero sin energía, sin caminos, sin viviendas, no hay desarrollo posible. Hay que acompañar cada apuesta con obras concretas”, dice.
Juan José Retamero se define más bien como un empresario realista, comprometido, que trabaja con equipos sólidos, y reitera varias veces que “cree que la Argentina puede dar más, mucho más”.
“Hay una parte de la sociedad argentina que necesita revertir experiencias feas, transformarlas en oportunidades, hacer florecer lo que parece seco. Yo quiero ser parte de eso”, concluye.