
La compañía Kenvue, dueña de marcas como Siempre Libre, Carefree y Johnson’s Baby, decidió cerrar todas las líneas de producción en su planta ubicada en Fátima, partido de Pilar, provincia de Buenos Aires. La empresa, que antes exportaba desde allí a todo el mundo, ahora importará sus productos desde Brasil y Colombia, aprovechando el nuevo esquema de apertura económica impulsado por el gobierno de Javier Milei.
La crisis también golpea al sector automotor. La firma Scania anunció la suspensión de 520 operarios en su planta de Colombres, Tucumán, hasta el 20 de julio, debido a una fuerte baja en la demanda global y local. La fábrica se especializa en la producción de componentes para camiones y buses destinados a la exportación.
Según la empresa, los trabajadores suspendidos recibirán una compensación no remunerativa para amortiguar la pérdida de ingresos. El freno en la actividad profundiza las preocupaciones en un sector clave para el entramado industrial del país.
El sector alimenticio no escapa al deterioro. La histórica láctea Verónica, con plantas en Totoras, Lehmann y Suardi (provincia de Santa Fe), atraviesa una situación crítica: más de 45 días de salarios impagos, el aguinaldo sin abonar y solo el 40% de los sueldos de mayo fue cancelado.
Este viernes, se llevará a cabo una audiencia clave en la Secretaría de Trabajo, donde la empresa podría formalizar el despido de 200 trabajadores amparándose en el Procedimiento Preventivo de Crisis (PPC). La dimensión del colapso también se refleja en los números: la firma acumula más de 1.700 cheques rechazados por falta de fondos, con un rojo superior a los $5.000 millones, y apenas logró cubrir el 9% de esas obligaciones.
Los casos de Kenvue, Scania y Verónica se suman a un panorama general de deterioro del aparato productivo. Desde la asunción del nuevo gobierno, cerraron 12.000 empresas, muchas de ellas grandes firmas de diversos sectores, afectadas no solo por la caída en las ventas, sino también por la fragilidad del supuesto “orden macroeconómico”.
Entre las compañías que se retiraron del país figuran ENAP, Fresenius, Procter & Gamble, Xerox, Clorox, Prudential y HSBC. A esto se suman achiques como el de Whirlpool y FV, que suspendió a 800 trabajadores a fines de 2024. La tendencia pone en duda la sustentabilidad de un modelo centrado exclusivamente en la liberalización comercial y el ajuste fiscal.
También el sector agroindustrial se encuentra en alerta. Sancor, Los Grobo y Agrofina se presentaron en concurso de acreedores, mientras que la firma Red Surcos —con una deuda estimada en US$ 73 millones— entró en default en diciembre pasado y sufrió embargos judiciales que paralizaron su operatoria.
La combinación de apertura indiscriminada, contracción de la demanda interna, y un modelo que favorece la importación por sobre la producción nacional, está dejando una estela de cierres, suspensiones y endeudamiento. La preocupación crece no solo entre los trabajadores y gremios, sino también en sectores industriales que ven comprometida su viabilidad en un contexto económico sin señales de reactivación a corto plazo.