La economía argentina retoma una vez más la senda de la restricción externa, un viejo patrón que parece imposible de quebrar. Las medidas de emergencia implementadas por el gobierno de Javier Milei y Luis Caputo en busca de divisas replican viejas fórmulas ya conocidas: incentivos temporales al agro para acelerar liquidaciones, pero sin resolver los problemas estructurales de fondo.
Una receta conocida con final anunciado
El Gobierno diseñó su propio esquema de “anabólicos” para el agro: una baja temporal en las retenciones a la soja y el maíz, que si bien logró apurar el ingreso de dólares, tiene un límite temporal insalvable: la estacionalidad de la cosecha. La medida, que rigió hasta el 30 de junio, permitió el ingreso de más de 4.500 millones de dólares, pero esos fondos salieron rápidamente del circuito económico para atender pagos de deuda, formación de activos externos, importaciones y turismo. El resultado: ni reservas acumuladas ni metas con el FMI cumplidas.
El efecto búmeran de la rebaja de retenciones
La rebaja de alícuotas a la soja (del 33% al 26%) y al maíz (del 12% al 9,5%) provocó una respuesta inmediata: productores apurados por liquidar en condiciones favorables. El mecanismo se asemejó al "dólar soja", una herramienta recurrente en los últimos años. Sin embargo, la estrategia tiene un límite físico: una vez liquidada la cosecha, se agotan los ingresos futuros.
Durante julio, el flujo de divisas se mantuvo relativamente alto, con ingresos semanales cercanos a los USD 1.100 millones, pero las Declaraciones Juradas de Ventas al Exterior (DJVE) mostraron un deterioro preocupante: solo USD 250 millones semanales. Este desfase temporal entre declaración y liquidación termina el 23 de julio, y a partir de esa fecha el flujo de dólares caerá bruscamente.
El Gobierno apuesta a la minería y la energía para que provea dólares el resto del año.
Dólar en alza y señales contradictorias
La presión ya se hace sentir en la cotización del dólar. En el último mes, el tipo de cambio mayorista subió un 13%, alcanzando los $1.295, impulsado por expectativas devaluatorias, alta demanda de divisas y falta de una política monetaria y fiscal clara.
Ni siquiera los rendimientos elevados en pesos, como las Lecaps con tasas superiores al 4% mensual, logran frenar la dolarización preelectoral. El Tesoro intervino recientemente en el mercado comprando USD 500 millones, pero convalidando un valor cercano al oficial, lo que fue interpretado por analistas como una aceptación tácita de una devaluación progresiva, marcando de hecho una nueva banda inferior para la cotización.
Energía y minería: la apuesta incierta del Gobierno
Con el sector agropecuario en retirada, el Gobierno espera que energía y minería puedan compensar la escasez de divisas. Sin embargo, por ahora, ambos sectores están muy lejos de igualar el flujo que genera el campo. Las estadísticas de CIARA-CEC muestran un panorama adverso: los embarques ya están prácticamente cerrados para el bimestre, sin nuevos incentivos para vender.
Conclusión: regreso a la escasez estructural
La ventana de alivio brindada por la rebaja de retenciones se cierra sin dejar soluciones duraderas. Se confirma así lo que los analistas ya advertían: una caída abrupta en la oferta de divisas, mayor tensión cambiaria y resistencia del dólar a las herramientas tradicionales.
Lo más preocupante es que, como sus predecesores, el Gobierno niega con vehemencia la gravedad de la situación. Lo que se avecina no es otra cosa que el retorno de la escasez estructural de dólares, un fenómeno que históricamente condiciona a la economía argentina y que amenaza con profundizar las fragilidades macroeconómicas del país en un año marcado por la incertidumbre política y financiera.