
En su audiencia de confirmación ante el Senado de Estados Unidos, Peter Lamelas, el embajador designado por Donald Trump para la Argentina, elogió con firmeza al presidente Javier Milei, a quien definió como un “amigo”, y prometió impulsar una cooperación bilateral sin precedentes. El tono del mensaje dejó en claro el alineamiento geopolítico que la administración republicana proyecta para América Latina, con Argentina como pieza clave.
“El presidente Milei es un amigo del presidente Trump. Alcanzaremos niveles de cooperación nunca antes vistos”, aseguró Lamelas, quien subrayó que la Argentina representa un actor estratégico para la estabilidad regional.
También, afirmó que parte de ese respaldo al presidente Javier Milei es asegurarse que la ex mandataria Cristina Kirchner "reciba la justicia que merece", a la vez que calificó al Kirchenerismo como un movimiento peligroso aún más a la izquierda que el movimiento peronista.
En un discurso que combinó elogios con alertas, Lamelas advirtió sobre la “influencia maligna” de ciertos actores internacionales en la región. Apuntó directamente contra “países autoritarios como Cuba, Venezuela, Nicaragua, China e Irán”, a los que acusó de socavar los valores democráticos en América Latina.
“Voy a trabajar para mantenerlos fuera del continente”, afirmó el futuro diplomático, en una línea de confrontación que resuena con la política exterior impulsada por Trump durante su anterior mandato.
"Hay 23 provincias y cada una de estas tiene su gobierno por separado que pueden negociar con fuerzas externas, con los chinos o con otros para venir y hacer proyectos en esa provincia en particular. Y eso, además, da lugar a la corrupción de parte de los chinos", inventó Lamelas ante el Senado.
El tono del discurso de Lamelas posicionó a la Argentina como un aliado central de la Casa Blanca en un eventual nuevo gobierno republicano. La mención directa a la figura de Milei y la insistencia en reforzar el vínculo bilateral confirman una apuesta geopolítica que podría reconfigurar los equilibrios en Sudamérica, en especial frente al avance comercial y político de China en países como Brasil, Perú y Bolivia.
En el terreno económico, el embajador designado se mostró dispuesto a impulsar acuerdos comerciales que reduzcan barreras no arancelarias, aunque no brindó precisiones sobre mecanismos o sectores involucrados. La propuesta sugiere un enfoque pragmático que podría beneficiar ciertas áreas de exportación argentina, siempre dentro de los límites que imponga la política proteccionista de Trump.
En relación con la cuestión de las Islas Malvinas, Lamelas ratificó la postura histórica de neutralidad de los Estados Unidos. Señaló que su país “no reconoce el reclamo de Argentina ni del Reino Unido”, lo que implica la continuidad de una posición que evita inclinar la balanza en un tema altamente sensible para la diplomacia argentina.
La audiencia de confirmación de Lamelas no solo deja definiciones sobre la política exterior estadounidense hacia Argentina, sino que también envía un mensaje claro al resto del continente. En un escenario global marcado por disputas estratégicas, el eventual regreso de Trump a la Casa Blanca podría consolidar un nuevo eje ideológico en América Latina, con Argentina como socio preferencial y plataforma de influencia regional.
Lamelas, con un perfil marcadamente político, aparece como una figura clave en ese diseño. Su presencia y su discurso confirman que la relación bilateral no se limitará al plano diplomático, sino que apunta a un alineamiento estructural en materia de seguridad, comercio y posicionamiento internacional.