
por Santiago Alvarez/Mendoza Económico
La minería se consolidó este año como uno de los motores del comercio exterior argentino. En julio, las exportaciones del sector alcanzaron 438 millones de dólares, lo que representó un crecimiento interanual del 67,3%. En el acumulado de los primeros siete meses de 2025, las ventas externas llegaron a 3.157 millones de dólares, el nivel más alto de la historia, superando incluso el registro de 2011.
El impulso provino, principalmente, de los minerales metalíferos, y dentro de ellos, del oro, que se convirtió en el gran protagonista del período. Solo en julio, este metal aportó 299 millones de dólares, casi el 70% de las exportaciones mineras, con un salto del 78,4% frente al año anterior. La suba internacional de los precios fue clave en este resultado. También la plata mostró un avance significativo, con ventas por 62 millones de dólares y un aumento del 64,4%.
En el acumulado de enero a julio, los metalíferos totalizaron 2.623 millones de dólares, lo que equivale a más del 80% de las exportaciones mineras, con el oro y la plata como grandes motores.
El boom minero no está exento de riesgos. Cuatro destinos —Suiza, Estados Unidos, China y Canadá— concentraron más del 80% de las ventas externas. Esto expone al sector a la volatilidad de los precios internacionales y a los cambios en la demanda de esos pocos compradores.
Algo similar ocurre a nivel interno. San Juan se consolidó como la provincia líder en exportaciones mineras. En julio vendió al exterior 107 millones de dólares, un salto de más del 200% frente al año anterior, y en el acumulado del año superó los 1.070 millones de dólares. Allí, el oro explica prácticamente toda la canasta exportadora.
El crecimiento del sector ofrece ventajas evidentes para la economía argentina: más divisas en un momento de necesidad de dólares, mayores ingresos fiscales y un fuerte impacto en las provincias productoras. Sin embargo, la concentración en pocos productos y mercados genera una alta vulnerabilidad frente a cambios en los precios internacionales.
Otro punto sensible es el debate sobre la sustentabilidad socioambiental. El peso creciente de la minería en economías locales intensifica las discusiones sobre los permisos de explotación, el impacto ambiental, la generación de empleo y la distribución de la renta.
El récord exportador abre un dilema: usar el ingreso extraordinario de divisas para aliviar tensiones económicas de corto plazo, o transformarlo en una oportunidad para diversificar la producción, invertir en desarrollo y construir resiliencia frente a la volatilidad global.
Lo cierto es que el oro volvió a colocarse en el centro de la escena y, con él, la minería argentina. El reto será que esta bonanza no quede en un fenómeno pasajero, sino que siente las bases de un crecimiento sostenible para el país y sus regiones.