
por Claudio Alvarez / Redacción Mendoza Economico
El Gobierno nacional convalido en la jornada de ayer tasas de interes de hasta 75,66%, la más elevada de este ciclo económico para intentar rollear los 14 billones de pesos que vencian ayer y evitar que los pesos fueran al dólar. La decisión se produce en un escenario marcado por la caída de la actividad, el endurecimiento monetario del Banco Central y la persistente presión sobre el dólar.
La licitación dejó en evidencia el incremento constante del costo de financiamiento. En el caso de las Lecap, los rendimientos oscilaron entre 51,6% y 75,7% TEA, acumulando la cuarta suba consecutiva. En tanto, las Letras utilizadas para integrar los encajes de los bancos se adjudicaron con un costo equivalente a 64,13% TEA, más de 200 puntos básicos por encima de las tasas que ofrecía el mercado secundario.
Lejos de mostrar preocupación, el presidente Javier Milei celebró el resultado a través de la red social X con su ya habitual consigna: “TMAP” (“todo marcha de acuerdo al plan”). Sin embargo, la medida profundiza las tensiones en el sistema financiero y en la economía real, donde el crédito se encarece día a día.
El alza de las tasas que paga el Tesoro se refleja de inmediato en los costos que enfrentan empresas y familias. En las pymes, el adelanto en cuenta corriente —la herramienta más utilizada para financiar capital de trabajo— ya se ubica cerca del 90% anual en el Banco Nación, la entidad que suele ofrecer las condiciones más favorables.
Para los consumidores, el panorama es aún más restrictivo. Los préstamos personales superan el 110% anual, mientras que el financiamiento de tarjetas de crédito alcanza niveles del 150% nominal anual. Estas cifras, que multiplican por tres la inflación proyectada, constituyen un freno adicional al consumo en un contexto ya recesivo.
El otro frente de tensión proviene de la política monetaria del Banco Central, que en el último mes aumentó en tres oportunidades los encajes obligatorios que deben integrar los bancos. Solo en los últimos días, se inmovilizaron 2,25 billones de pesos adicionales, llevando a 21,2 billones el total de fondos congelados en la cuenta corriente del BCRA.
Este mecanismo, que absorbe casi la mitad de la base monetaria, busca reducir la liquidez para moderar la demanda de dólares. Pero al mismo tiempo deja menos recursos disponibles para el crédito y encarece las tasas activas, lo que golpea de lleno a la producción y al consumo.
La estrategia se complementa con la intervención en el mercado de futuros de dólar, donde el BCRA viene vendiendo contratos a precios subsidiados. Desde mayo, esas operaciones le provocaron pérdidas por más de 500 mil millones de pesos, lo que genera dudas sobre la sostenibilidad del esquema.
La escalada de tasas y encajes no ha logrado contener del todo la presión cambiaria. El dólar oficial se acerca a niveles récord, mientras que en el sistema financiero se observa una salida de depósitos en moneda extranjera por 752 millones de dólares desde fines de julio.
En contraste, los préstamos en divisas a empresas muestran un crecimiento constante. Al ser liquidados en el mercado oficial, contribuyen a sostener la oferta de dólares, aunque a costa de generar un impacto diferido en las reservas internacionales, que se resienten cuando esos fondos son girados al exterior.
La competencia por depósitos llevó a que varios bancos privados superen en tasas al Banco Nación. El Macro ofrece un 53,5%, mientras que el CMF llega a 55%. Otros, como Tierra del Fuego, Voii, Meridian, Mariva o Reba, también ajustaron sus rendimientos por encima del promedio del mercado.
En el segmento mayorista, la TAMAR superó el 60%, cuando un mes atrás apenas se ubicaba en 35%. El encarecimiento general del fondeo empuja a las entidades a revisar su estrategia crediticia. Algunas, como Banco Galicia, priorizan a pymes y corporativos, mientras reducen su exposición al consumo masivo.
El esquema económico se enfrenta así a una contradicción. Por un lado, el Gobierno logró renovar la deuda y evitar un desborde cambiario inmediato. Por el otro, el costo financiero se multiplica y el crédito se restringe, lo que amplifica la recesión.
Un informe de la consultora Adcap señala que la eliminación de las Lefi y de las bandas cambiarias destruyó los anclajes nominales que ordenaban el programa inicial, obligando al Tesoro a replicar de facto un corredor de tasas mediante subastas sucesivas.
En este marco, la incertidumbre política de cara a las elecciones legislativas refuerza la volatilidad y posterga cualquier horizonte de recuperación. El Gobierno insiste en que todo marcha de acuerdo al plan, pero la realidad muestra una economía cada vez más recesiva, con un costo financiero récord y un dólar que sigue al acecho.