
por Santiago Alvarez/Mendoza Económico
El Día de la Industria encuentra este año a la Argentina en un escenario de marcada fragilidad productiva. Lejos de ser una jornada de celebración, la fecha pone en primer plano la caída de la actividad fabril, la pérdida de empleo industrial y la falta de un horizonte claro para el sector.
Según datos del Índice de Producción Industrial (IPI) del INDEC, la producción manufacturera retrocedió 1,2% en junio, en su medición desestacionalizada, y acumula desde 2023 una reducción cercana a los 40.000 puestos de trabajo. A este retroceso se suman factores estructurales como la desregulación de importaciones, la presión cambiaria y una demanda interna debilitada que conspiran contra la recuperación.
En este contexto, la Unión Industrial Argentina (UIA) presentó un Decálogo para un nuevo contrato productivo y aprovechará la jornada para insistir en la necesidad de medidas urgentes por parte del Gobierno.
La industria celebra su día en un contexto preocupante y de crisis
El encuentro en Córdoba será encabezado por Martín Rappallini, presidente de la UIA, y contará con la asistencia del jefe de Gabinete, Guillermo Francos, figura central en la estrategia de diálogo del oficialismo. Estarán también el gobernador Martín Llaryora, referente de Provincias Unidas, y el presidente de la UIA Córdoba, Luis Macario.
La presencia de estos actores refleja la relevancia del encuentro como espacio de reclamo político y económico. Para la entidad fabril, es fundamental reconstituir un marco institucional que brinde previsibilidad y evite un mayor desaliento inversor.
Los números de la utilización de la capacidad instalada (UCII) confirman el deterioro: en junio se ubicó en 58,8%, lo que implica que cuatro de cada diez máquinas permanecieron ociosas. Se trata de una caída superior a 14 puntos porcentuales respecto al mismo mes de 2024.
Con la excepción de la refinación de petróleo, casi todos los rubros industriales muestran retrocesos. Los más afectados son los productos del tabaco y los minerales no metálicos, ambos con caídas superiores al 25%.
El deterioro se traduce también en el plano laboral: la pérdida de 1.500 empleos mensuales en promedio refleja el debilitamiento del tejido productivo y sus consecuencias sobre el consumo y la cohesión social.
Los empresarios señalan tres factores principales detrás de la crisis: la apreciación cambiaria, que resta competitividad a la producción nacional; el freno a las paritarias, que limita la recomposición del consumo interno; y la liberalización de importaciones, que facilita la entrada de productos terminados en detrimento de la industria local.
Los datos de comercio exterior confirman la tendencia. En julio, las exportaciones crecieron 7,5% interanual, mientras las importaciones lo hicieron 17,7%, reduciendo el superávit comercial a la mitad en comparación con el año anterior. Para la UIA, este esquema consolida un camino de primarización de la economía, con inversiones dirigidas a sectores extractivos y menor participación de la industria en el Producto Bruto Interno (PBI).
La situación es todavía más severa para las pymes industriales, que concentran gran parte del empleo fabril. Según APYME, la producción de estas empresas se redujo en promedio 35% respecto de 2023. Además, solo un tercio accedió a créditos en el último semestre, mientras que las tasas de interés dificultan cualquier plan de inversión.
El resultado es un escenario de endeudamiento creciente, con siete de cada diez pymes que no logran aumentar su nivel productivo. “Abrir indiscriminadamente las importaciones es criminal”, sintetizan desde la entidad.
La conmemoración del Día de la Industria coincide con el aniversario de los 400 años del primer embarque argentino con valor agregado al exterior. Sin embargo, la distancia entre aquella efeméride y la actualidad es notoria.
El nivel de actividad industrial sigue por debajo de noviembre de 2023 y el 23% de los empresarios consultados por el INDEC proyecta una mejora en el corto plazo, mientras la mayoría espera un panorama estancado o peor.
El economista Orlando J. Ferreres señala que el futuro inmediato dependerá de tres factores clave: crédito, consumo interno y presión importadora. Sin avances en esos frentes, advierte, será difícil revertir el deterioro.
Para la UIA y el conjunto del empresariado fabril, el desafío no radica únicamente en detener la caída, sino en sostener el entramado productivo que históricamente ha sustentado el desarrollo del país.
El Día de la Industria, lejos de ser solo una celebración, se convierte en un recordatorio de las dificultades que atraviesa el sector y en una advertencia sobre la necesidad de políticas industriales claras y coordinadas que eviten un mayor retroceso.