
por Marcelo López Álvarez
La contundente victoria de Fuerza Patria en la provincia de Buenos Aires, con el 46,9% de los votos frente al 33,8% de La Libertad Avanza (LLA), no solo marcó un golpe político de magnitud para el oficialismo, sino que también desencadenó un efecto inmediato sobre las expectativas económicas y financieras. Con más de trece puntos de diferencia, el resultado confirmó el escenario menos probable entre los previstos por las consultoras internacionales y anticipa una semana de elevada tensión en los mercados.
La provincia de Buenos Aires concentra casi el 40% del padrón electoral argentino y, por lo tanto, se convierte en un termómetro inevitable de cara a las elecciones legislativas nacionales del próximo 26 de octubre. La derrota oficialista en ese distrito se asemeja, en términos de impacto político y económico, a las recordadas PASO de 2019, cuando la amplia ventaja del peronismo sobre la fórmula de Mauricio Macri desató un derrumbe de los activos financieros y una disparada cambiaria que condicionaron el tramo final del gobierno de Cambiemos.
En los días previos a la elección, el banco de inversión JP Morgan había delineado dos posibles panoramas. Su escenario base suponía un resultado ajustado: una diferencia menor a cinco puntos a favor del kirchnerismo o incluso un triunfo de La Libertad Avanza. Ese desenlace, según el informe, hubiera calmado la presión sobre el dólar, reducido la prima de riesgo político y abierto la puerta a una baja en las tasas reales antes de octubre.
Sin embargo, lo que se materializó fue la hipótesis alternativa: una victoria amplia de Fuerza Patria, con trece puntos de distancia, lo que llevó a la entidad a advertir que el tipo de cambio tendería a escalar hasta el techo de la banda cambiaria, estimado en torno a 1.460 pesos, obligando al Banco Central a desprenderse de reservas y a sostener tasas de interés en niveles elevados.
El propio informe señalaba que, bajo este escenario, el tipo de cambio real debería ubicarse en un nivel más depreciado para asegurar el superávit comercial y garantizar el pago de deuda externa, que en 2026 incluye compromisos por 4.300 millones de dólares.
La elección bonaerense, inédita en varios sentidos, dejó al descubierto las limitaciones de encuestadores y operadores políticos. Nunca antes el distrito había expresado un voto tan contundente contra un oficialismo que hasta hace pocos meses conservaba expectativas de competitividad.
La magnitud del resultado obliga a leerlo como un anticipo de lo que puede suceder a nivel nacional. Tal como ocurrió en 2019, el mercado interpreta el veredicto de las urnas como una señal anticipada de la tendencia electoral general, más allá de que cada elección tenga dinámicas particulares.
Con una pésima situación económica de fondo el peronismo y sus aliados ganaron con contundencia al Gobierno de Javier Milei.
Las primeras reacciones no se hicieron esperar. En la noche del domingo, el denominado dólar cripto superaba los 1.470 pesos, rebasando el techo de la banda cambiaria. En paralelo, los ADRs argentinos en Wall Street retrocedían en torno al 10%, con papeles como YPF y Grupo Financiero Galicia entre los más castigados.
La expectativa para el lunes es de una apertura con fuerte tensión: un dólar mayorista presionado hacia el límite superior de la banda y bonos en caída. El riesgo país, que ya se ubicaba en torno a los 900 puntos básicos, amenaza con un salto adicional.
Consultoras como 1816 remarcan que la fragilidad no proviene solo del resultado electoral, sino también de la escasez de herramientas disponibles. El Tesoro apenas dispone de unos 1.130 millones de dólares líquidos en el Banco Central, mientras la posición vendida en futuros ya supera los 5.600 millones. En las próximas semanas, además, deberá afrontar vencimientos con organismos multilaterales por 1.165 millones de dólares, lo que limita su margen de maniobra.
Desde el búnker de LLA, el presidente Javier Milei buscó transmitir serenidad y ratificó el rumbo económico. Acompañado por su hermana Karina y el asesor Santiago Caputo, aseguró que no habrá cambios en el esquema fiscal, monetario ni cambiario, y defendió la continuidad de las reformas estructurales.
“Vamos a seguir defendiendo con uñas y dientes el equilibrio fiscal. Vamos a mantener la fuerte restricción monetaria. Vamos a sostener el esquema cambiario”, expresó.
Llamó la atención la ausencia del ministro de Economía, Luis Caputo, quien en los últimos días había optado por bajar el perfil. Desde la red social X, Caputo se limitó a ratificar que “nada va a cambiar en lo económico”.
La insistencia oficial en sostener la estrategia actual busca evitar una percepción de improvisación, aunque al mismo tiempo deja abierto el interrogante sobre la capacidad de resistir las presiones de mercado en un contexto de reservas limitadas y tasas reales extremadamente altas.
La derrota de LLA no puede explicarse solo por variables económicas. Hubo también elementos de gestión y política que erosionaron el apoyo ciudadano. Entre ellos, los conflictos en el Hospital Garrahan y en la atención a personas con discapacidad, las denuncias por irregularidades en la compra de medicamentos y la exposición pública de tensiones internas entre Karina Milei y Santiago Caputo.
En el plano económico, la estrategia de tasas altísimas para contener al dólar terminó por sofocar la actividad productiva y restringir el crédito. La industria registró caídas mensuales consecutivas entre mayo y agosto, mientras el desempleo mostró un repunte. Los salarios, por su parte, quedaron estancados o incluso rezagados respecto de la inflación, lo que redujo el poder adquisitivo de amplios sectores.
Todo ello generó un clima de descontento que se tradujo en las urnas, con una diferencia de más de 25 puntos en la tercera sección electoral bonaerense, una de las más populosas y determinantes del distrito.
El Gobierno enfrenta ahora siete semanas decisivas. En el corto plazo, deberá sortear la licitación de deuda del miércoles, el mismo día en que se conocerá el dato de inflación de agosto. Al mismo tiempo, deberá administrar con extremo cuidado el escaso margen de divisas disponible para evitar una escalada incontrolada del dólar.
En la city se especula con la posibilidad de una revisión del esquema cambiario. Algunos analistas consideran que, de intensificarse la presión, el Banco Central podría verse obligado a convalidar un nivel más alto en el techo de la banda o incluso rediseñar el régimen de flotación administrada.
La sostenibilidad del programa económico es objeto de debate. Hoy se apoya en ventas de divisas, operaciones en el mercado de futuros, tasas reales en torno al 40% y encajes en niveles récord de más de treinta años. Se trata de un andamiaje difícil de sostener por mucho tiempo sin afectar la recuperación productiva y social.
Más allá de octubre, los inversores ya empiezan a mirar el horizonte de 2027. Según la consultora 1816, el resultado bonaerense reduce sensiblemente la probabilidad de reelección de Milei y obliga a recalibrar los precios de los activos argentinos.
El interrogante central es si el mercado comienza a descontar un eventual regreso del peronismo de izquierda, con un Axel Kicillof fortalecido como gran ganador de la jornada, o si se abre espacio para una tercera alternativa encabezada por gobernadores de perfil moderado.
En cualquier caso, lo ocurrido en Buenos Aires vuelve a colocar a la política como variable determinante de la economía. Tal como en 2019, los mercados financieros reaccionan más a las urnas que a los fundamentos macroeconómicos. La provincia más poblada del país ha vuelto a marcar el pulso de la Argentina, y esta vez lo hizo dejando al Gobierno en su momento más delicado desde el inicio de la gestión.