
por Santiago Alvarez/Mendoza Económico
La actividad industrial argentina volvió a encender señales de alarma en julio, con una caída del 2,3% respecto de junio y un descenso interanual del 1,1%, según el Índice de Producción Industrial Manufacturero (IPI) difundido por el INDEC. Estos resultados devuelven al sector a los niveles de mediados de 2024, cuando comenzaba a insinuarse una recuperación que ahora parece interrumpida.
En el acumulado de los primeros siete meses de 2025 todavía se observa un alza del 5,8% interanual, pero los especialistas advierten que ese número refleja la inercia de meses previos y no el deterioro reciente. La fotografía actual muestra un escenario distinto, marcado por la incertidumbre cambiaria, las tasas de interés elevadas y un consumo retraído.
La industria, considerada un termómetro del empleo y de los salarios, se convirtió en espejo del malestar social. El oficialismo, que sufrió un revés en las elecciones de la provincia de Buenos Aires, encuentra en esta desaceleración productiva un correlato directo en los distritos de fuerte base fabril.
El informe del INDEC reveló que nueve de las dieciséis ramas industriales registraron descensos en julio. Los más notorios se dieron en textiles (-10,1%), prendas de vestir, cuero y calzado (-10,7%), vehículos automotores (-8,4%) y productos de metal (-8,5%). También retrocedieron maquinaria y equipo (-4,7%), químicos (-2%), metales básicos (-2%) y caucho y plástico (-0,2%).
En el sector de alimentos, la contracción fue del 3% interanual, con caídas significativas en molienda de oleaginosas (-9,1%) y vino (-15,3%), aunque los lácteos mostraron un crecimiento del 5%.
No todo fue negativo: algunas divisiones exhibieron alzas, como muebles y colchones (12,3%), productos minerales no metálicos (9,1%), refinación de petróleo (2,8%), otro equipo de transporte (12,2%) y tabaco (2,9%). La mejor performance correspondió a otros equipos, aparatos e instrumentos, ligados a la electrónica y a la tecnología médica, con un incremento del 15,9%.
El contraste entre las cifras oficiales y el discurso político quedó en evidencia tras los comicios. En su mensaje, el presidente Javier Milei afirmó que la economía crecía al 7% anual, mientras que los datos del INDEC mostraban que en apenas dos meses la producción fabril se contrajo casi un 4% en términos desestacionalizados, borrando gran parte de la recuperación previa.
Este desacople alimenta el debate político y genera mayor incertidumbre entre empresarios y mercados, en un contexto donde las perspectivas externas tampoco lucen alentadoras.
La encuesta de expectativas industriales del INDEC refleja un clima de cautela: un 38,9% de los empresarios prevé una caída en la demanda interna en el trimestre agosto-octubre, mientras que un 23,7% no espera mejoras en exportaciones y un 24% anticipa menor uso de la capacidad instalada.
Respecto de las importaciones de insumos, el 25,1% proyecta aumentos, aunque la mayoría (57,8%) no prevé cambios. El panorama quedó en evidencia durante la segunda jornada de Oil and Gas 2025, donde incluso un sector considerado privilegiado por la política oficial mostró señales de preocupación.
Con este telón de fondo, se complica la meta oficial de cerrar 2025 con un crecimiento del 7%, apoyado en el rebote tras el subsuelo de 2024. La realidad industrial sugiere que ese objetivo se vuelve cada vez más difícil de alcanzar, dejando al descubierto la fragilidad del repunte económico.