
por Marcelo López Álvarez
El presidente Javier Milei presentó -con muchas comillas- el proyecto de Presupuesto 2026, que debería ser tratado en los próximos días en las comisiones de Diputados, en pleno desarrollo de la campaña electoral, si José Luis Espert habilita el tratamiento. Su discurso, grabado y difundido en la tarde, duró menos de 15 minutos y estuvo más cargado de definiciones políticas y convicciones libertarias que de precisiones técnicas sobre el proyecto.
Milei insistió en su profesión de fe sobre el equilibrio fiscal “grabado en piedra”, presentado como un principio inquebrantable que se impondrá sobre cualquier circunstancia. La comparación con la construcción de un edificio buscó reforzar la idea de que sus políticas constituyen los cimientos para corregir los “descalabros de décadas”.
Reiteró que “lo peor ya pasó”, la misma frase que había utilizado diez meses atrás en otro acto, y volvió a subrayar que la Argentina mantiene un superávit fiscal, uno de los cinco países en el mundo con ese resultado. Sin embargo, anticipó que no habrá políticas para reactivar el mercado interno ni el consumo.
En un intento de mostrar sensibilidad social, afirmó que el 85% del gasto público se destinará a salud, educación y jubilaciones, aunque sin especificar cómo se financiarán los supuestos incrementos de partidas “por encima de la inflación”.
El mandatario confirmó que el Presupuesto 2026 estará en plena sintonía con el acuerdo firmado con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Según lo pactado, se prevé alcanzar un superávit primario del 2,2% del PBI, lo que implica una profundización del ajuste en las cuentas públicas.
La pauta macroeconómica proyecta una inflación del 14% para 2026 y un crecimiento superior al 4% del PBI. Sin embargo, surge la incógnita de cómo se alcanzarán estas metas en un escenario de contracción del consumo, aspiración de pesos y continuidad del ajuste.
Además, se anticipa una reducción en los subsidios, que pasarían del 1% al 0,8% del PBI, manteniendo la proporción destinada al sector energético en 0,6%. El gasto en pensiones crecería apenas del 6,7% al 6,8%, mientras que la asistencia social se mantendría estable en torno al 3,2%.
El cortísimo discurso presidencial ratificó la decisión de mantener en 0,4% del PBI el gasto de capital, confirmando la política de abandono de la obra pública.
La exposición de Milei se concentró exclusivamente en el plano macroeconómico y fiscalista, sin dar respuestas sobre cómo se promoverá el empleo, la reactivación industrial o la dinámica del mercado interno.
La ausencia de propuestas vinculadas a la economía cotidiana refuerza una de las debilidades políticas que arrastra La Libertad Avanza, expresada en sus magros resultados electorales.