
por Marcelo López Álvarez
El alivio financiero que había experimentado el Gobierno de Javier Milei se desvaneció en apenas un día. La rueda cambiaria del miércoles encendió todas las alarmas: por primera vez desde la instauración del sistema de bandas de flotación, el dólar oficial superó el límite superior, lo que obligó al Banco Central (BCRA) a salir a vender reservas para moderar la escalada. La decisión marcó un quiebre en la dinámica cambiaria y volvió a poner en discusión la consistencia de la estrategia oficial.
El dólar mayorista, referencia para el comercio exterior y las operaciones financieras, cerró en 1.474,50 pesos, con una suba de 5,50 pesos respecto del día anterior. El BCRA intervino con ventas por 53 millones de dólares, una cifra superior a la prevista por los operadores del mercado. La última vez que la entidad había actuado como oferente de divisas había sido el 11 de abril, cuando comenzó a regir el esquema de flotación administrada.
La jornada estuvo atravesada por tensiones e incertidumbre. A media mañana apareció en el mercado una orden de 10 millones de dólares a 1.474,50 pesos, que generó rumores sobre una intervención directa del Central. Aunque luego se confirmó que fue una operación privada, el episodio anticipó lo que vendría: hacia la tarde, la autoridad monetaria colocó órdenes de mayor volumen, confirmando al cierre su participación con los 53 millones vendidos. Al mismo tiempo, las ofertas de venta llegaron a rozar los 1.000 millones de dólares, lo que amplificó la volatilidad.
El dólar vuelve a tomar envión y superó el techo de la banda
El movimiento cambiario tuvo un impacto inmediato en los activos financieros. Los bonos soberanos en dólares registraron caídas marcadas en Wall Street: el Global 2041 retrocedió un 4,3%, el Global 2038 un 4,1%, mientras que el Bonar 2035 y el Bonar 2041 bajaron 3,8% y 3,7% respectivamente. En paralelo, el riesgo país volvió a subir por encima de los 1.200 puntos básicos, reflejando la desconfianza sobre la capacidad de pago de los próximos vencimientos.
Con este retroceso, los títulos corrigieron en un solo día las ganancias que habían mostrado el martes, reforzando la debilidad de un mercado que ya acumula pérdidas de dos dígitos en lo que va del año. La falta de acumulación de reservas y la dificultad de encarar un refinanciamiento de la deuda agudizan las preocupaciones de los inversores.
El clima adverso también se trasladó al mercado accionario. Los ADRs de empresas argentinas en Nueva York mostraron mayoría de bajas: Edenor cayó 4%, Central Puerto 3,4%, Pampa Energía 2,7% y Loma Negra 2,6%. En la Bolsa porteña, el S&P Merval retrocedió un 0,3% en pesos y un 1,4% en dólares, arrastrado por la suba del contado con liquidación.
Incluso la reducción de 25 puntos básicos en la tasa de referencia de la Reserva Federal de Estados Unidos, que en otras circunstancias podría haber dado impulso a los emergentes, no logró revertir el pesimismo. Por el contrario, la venta de reservas del BCRA acentuó la desconfianza.
La intervención oficial reinstala el debate sobre la sostenibilidad del esquema de bandas. El BCRA también operó en el mercado de futuros, con contratos de septiembre de 2025 y de mayo y junio de 2026, para contener las expectativas de devaluación. Sin embargo, la señal fue interpretada como un paso atrás frente al compromiso de no intervenir anunciado en abril.
El interrogante central ahora es cuánto podrá sostenerse la estrategia sin un deterioro significativo de las reservas. Un informe de la consultora IEB señaló que la clave en los próximos días será observar si los privados mantienen la oferta de divisas confiando en la defensa de la banda, y si la demanda se intensifica ante la incertidumbre.
Aunque 53 millones de dólares no representan un monto elevado por sí mismo, el hecho de que se trate de la primera intervención formal en este régimen constituye un dato de peso. Para el mercado, más que la magnitud, importa el cambio de señal: el Gobierno debió volver a poner dólares sobre la mesa, y con ello abrió un nuevo capítulo en la pulseada entre la política cambiaria y las expectativas de los inversores.