
por Marcelo López Álvarez
El jueves profundizó la crisis cambiaria y financiera que venían enfrentando Javier Milei y Luis Caputo desde el miércoles, con una fuerte intervención del Banco Central de la República Argentina (BCRA) para contener el dólar.
Desde la apertura del mercado, la autoridad monetaria, bajo la presidencia de Santiago Bausili, vendió sucesivamente reservas en bloques de 50 millones de dólares, acumulando un total de 379 millones con el fin de mantener el dólar mayorista en el límite superior de 1.475,50 pesos estipulado por el sistema de bandas cambiarias vigente. Esta dinámica recordó episodios similares de desgaste de reservas ocurridos en 2019 y en el tramo final del gobierno de Alberto Fernández.
A pesar del esfuerzo del BCRA, la presión sobre el tipo de cambio persistió, generando una apertura de brecha con las cotizaciones financieras que superaron ampliamente los 1.500 pesos. El aumento del Contado con Liquidación por encima de los 1.550 pesos evidenció la liquidación acelerada de posiciones especulativas relacionadas con el carry trade y la reaparición de prácticas de arbitraje conocidas como “rulo” o “puré”. Además, se reportaron fallas técnicas en las plataformas de varias entidades bancarias que dificultaron la compra de dólares.
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— BCRA (@BancoCentral_AR) September 18, 2025
La magnitud de la intervención fue atípica, con un volumen total de operaciones de 590 millones de dólares, el nivel más alto desde comienzos de septiembre, muy superior a los 53 millones negociados el primer día del régimen de bandas. Consultores como Max Capital proyectan una intensificación de estas ventas, anticipando un drenaje de reservas en el orden de 3.000 a 5.000 millones de dólares hacia principios de octubre, en un escenario donde exportadores retardan liquidaciones e importadores aceleran pagos.
Los mercados y el dólar le trajeron un fuerte dolor de cabeza al Gobierno.
Una preocupación central es que las reservas netas, descontados los Derechos Especiales de Giro (DEG), están ya en terreno negativo. Esto alimenta la expectativa de un eventual ajuste cambiario luego de las elecciones legislativas intermedias, aunque los pronósticos oficiales suelen subestimar la complejidad política, generando un sesgo optimista poco acorde con la realidad.
El impacto de esta crisis se reflejó también en un derrumbe significativo de los activos financieros. Los bonos soberanos en dólares sufrieron caídas de hasta 7,8% en Wall Street y 14% en el mercado local, mientras que el riesgo país superó los 1.400 puntos básicos, con un incremento de más del 50% desde la derrota electoral de La Libertad Avanza en Buenos Aires.
El índice S&P Merval cayó 5,1% en pesos y 7,3% en dólares, acumulando una contracción mensual cercana al 25% y casi borrando las ganancias obtenidas en los primeros meses de la gestión de Javier Milei. En Nueva York, las acciones argentinas experimentaron pérdidas de hasta 9,6%, destacándose el desplome en Grupo Supervielle, Edenor y Banco Galicia.
El cuadro económico se agrava con la incertidumbre política, marcada por la inminente derrota legislativa del oficialismo en el Senado y el aislamiento progresivo del bloque libertario. La combinación de la venta masiva de reservas y los reveses políticos elevan la percepción de riesgo y alimentan procesos de “venta de pánico”, anticipando una aceleración de los ajustes económicos post octubre.
De cara a los próximos años, el calendario de vencimientos en dólares del Tesoro y del Banco Central, que suman 34.200 millones hasta diciembre de 2027, sin contar compromisos con organismos multilaterales, pone un desafío mayúsculo para sostener la estabilidad cambiaria con reservas limitadas y sin acceso al financiamiento externo.
La intervención del BCRA para defender la banda cambiaria, con un gasto superior a 400 millones de dólares en dos días, no ofrece alivio, sino que dibuja un panorama cada vez más estrecho y complejo para el gobierno, con un futuro que luce tan sombrío como una función en el Teatro Negro de Praga.