por Redacción Mendoza Económico
La contundente victoria de Javier Milei en las recientes elecciones legislativas generó una inmediata reacción de euforia en los mercados financieros, tanto locales como internacionales. En una jornada que los analistas ya califican como histórica para los activos argentinos, la plaza financiera interpretó que los votantes reafirmaron el rumbo económico impulsado por el oficialismo. El resultado derivó en una fuerte caída del dólar en las primeras horas del lunes y un repunte récord de bonos y acciones, en lo que muchos consideran el escenario más optimista de los últimos años.
La interpretación dominante en la City es que el resultado electoral consolida expectativas de gobernabilidad y estabilidad, dos condiciones clave para sostener la recuperación de los activos locales y convertir el rebote actual en un proceso de crecimiento sostenido.
El primer impacto se observó en el mercado cambiario, tradicional termómetro de la incertidumbre política argentina. Tras semanas de cobertura en divisas, los operadores comenzaron a desarmar posiciones, provocando una abrupta baja en el dólar mayorista, que retrocedió hasta un 10% en la apertura. El tipo de cambio oficial se ubicó en $1.356,62 para la compra y $1.424,95 para la venta, mientras que el mayorista cerró en torno a los $1.435 tras una fuerte volatilidad intradiaria.
Los dólares financieros también acompañaron la tendencia: el Contado con Liquidación (CCL) cayó 6,6% hasta $1.463,12 y el MEP retrocedió 6,3% a $1.451,78. En paralelo, el dólar blue se desplomó más del 5%, cerrando a $1.450. La lectura generalizada es que, si el nuevo contexto político mantiene su cauce, la demanda de dólares tenderá a moderarse y la oferta podría ampliarse, lo que contribuiría a un mayor equilibrio cambiario y a una desaceleración de la inflación.

El mercado de futuros replicó este escenario optimista, con caídas de hasta 10% en las cotizaciones para los próximos meses. Sin embargo, persisten voces que advierten que el tipo de cambio aún se encuentra atrasado y que será necesario algún grado de ajuste para preservar la competitividad externa.
En paralelo, analistas políticos y económicos coinciden en que el verdadero desafío comenzará en diciembre, cuando asuma el nuevo Congreso. La capacidad del oficialismo para sostener acuerdos y alianzas será decisiva para dotar de institucionalidad a las reformas previstas.
La reacción del mercado de capitales fue aún más contundente. Los ADRs argentinos negociados en Wall Street registraron alzas que llegaron al 50%, mientras que el índice S&P Merval marcó un salto de 21,7% en pesos y de 30,7% en su versión en dólares, su mayor avance en más de dos décadas.
En el segmento de renta fija, los bonos Globales treparon hasta 24,8%, con el Bonar 2035 a la cabeza. Este repunte respondió a la expectativa de una segunda etapa de gestión orientada a las reformas estructurales, factor que impulsó una fuerte caída del Riesgo País, que pasó de 1.081 puntos a la zona de 600, su nivel más bajo desde el inicio del gobierno.
Los grandes fondos de inversión internacionales, incluidos JP Morgan, Goldman Sachs, Citi y Bank of America (BofA), ya proyectan un Riesgo País cercano a los 400 puntos básicos en los próximos meses, siempre que el Ejecutivo logre sostener el programa fiscal y consolidar la estabilidad política.
El BofA señaló además que la continuidad del respaldo del Tesoro de Estados Unidos a través de una línea de swap y un eventual paquete de financiamiento adicional ofrece una “red de seguridad” que podría incentivar la recompra de títulos soberanos bajo ley extranjera y preparar el terreno para un regreso gradual de la Argentina a los mercados internacionales de crédito hacia 2026.
El entusiasmo financiero, aunque sostenido, convive con una mirada prudente sobre los próximos pasos. Para los inversores, la elección consolida el capital político necesario para acelerar las reformas estructurales, pero el camino dependerá de la capacidad del gobierno de construir consensos legislativos y sostener la disciplina fiscal.
Los economistas subrayan que la reducción del Riesgo País refleja expectativas más que resultados concretos. Sin avances en los frentes fiscal, monetario y de reservas, la mejora actual podría resultar efímera. En ese sentido, la nueva etapa exigirá mantener el equilibrio entre la confianza del mercado y la viabilidad política de las reformas.
Durante los próximos seis meses, el foco estará en la reforma laboral, la simplificación tributaria y un eventual plan de privatizaciones, temas que definirán el tono de la agenda económica y el nivel de apoyo del Congreso.
La jornada posterior a las elecciones dejó una explosión de optimismo financiero, pero también una advertencia: los mercados descuentan escenarios con la velocidad del entusiasmo, mientras la realidad política avanza con la cadencia del poder.