por Pablo Tamburo, CEO de Argensun Foods
La apertura de importaciones en Argentina ha generado un debate encendido entre los empresarios pymes del país. Algunos ven esta medida como una oportunidad para acceder a nuevos productos y tecnologías, mientras que otros la perciben como una amenaza que podría comprometer la competitividad de las empresas locales en el corto plazo. Es un nuevo partido en el que nos encontramos, pero las reglas del juego parecen estar inclinadas en contra de las pymes argentinas.
La apertura de importaciones puede ser beneficiosa a largo plazo, siempre y cuando se den las condiciones necesarias para que las pymes argentinas puedan competir en igualdad de condiciones con las empresas extranjeras. Estas últimas, disfrutan de créditos a largo plazo, leyes laborales más favorables, políticas cambiarias más estables y una menor presión impositiva. Por otro lado, Argentina se enfrenta a limitaciones para exportar, como aranceles más altos que sus competidores y menos tratados de libre comercio.
Contamos con deficiencias de todo tipo en la actualidad y muchos confiamos que ello irá mejorando pero además de competir ahora con empresas que tienen mejores condiciones para producir en el exterior y traer su producto al país, contamos también con limitaciones para exportar; por ejemplo, la ciruela deshidratada argentina -solo para poner un ejemplo entre miles que hay- paga aranceles de entre 5 y 10% dependiendo del país que la importe, mientras que el chileno, que cuenta con el mismo producto y que está solo una cordillera de por medio, no pagan aranceles. Chile tiene 30 tratados de libre comercio (TLC) vigentes con 65 economías, lo que representa el 88% del PIB mundial mientras que Argentina tiene 13 TLC vigentes con 23 países, lo que representa alrededor del 50% del PIB mundial.
A pesar de nuestros esfuerzos por competir, nos encontramos en desventaja numérica y enfrentamos obstáculos que dificultan nuestro desempeño.
Estamos a favor de la libre competencia y la apertura de importaciones, pero exigimos condiciones equitativas para todos los jugadores. Actualmente, las condiciones castigan a quienes han apostado por el país y premian a aquellos que buscan vender sus productos en Argentina sin comprometerse con su desarrollo. En un país donde las ineficiencias estructurales son abundantes, es fundamental contar con reglas claras y estables que garanticen un campo de juego nivelado para todos.
Creemos firmemente que, con el apoyo adecuado y un ambiente empresarial justo, el potencial de crecimiento de Argentina podría ser enorme. Sin embargo, para lograrlo, necesitamos un compromiso real por parte de las autoridades para establecer reglas claras y estables que promuevan la competencia justa y el crecimiento sostenible.
En última instancia, el éxito de las pymes argentinas y el desarrollo económico del país dependen de nuestra capacidad para superar los desafíos actuales y construir un entorno empresarial que fomente la innovación, la inversión y el crecimiento sostenible. Es hora de nivelar el campo de juego y permitir que las pymes argentinas compitan en igualdad de condiciones. Solo entonces podremos alcanzar nuestro verdadero potencial y asegurar un futuro próspero para todos.