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La cumbre de la CELAC enmarcada en la fragilidad institucional de Latinoamérica

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A pesar del inexplicable intento de boicot generado por la oposición argentina junto a algunos sectores clásicos del poder concentrado, desde mañana comienza en Buenos Aires la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) con asistencia perfecta de los presidentes o representantes de primer nivel de los 33 países integrantes – entre ellos Lula– en el marco de las convulsiones de Perú en pleno desarrollo y la controlada en Brasil.

La posibilidad de reunir a todos los estados latinoamericanos y caribeños, con la presencia de representantes de otras naciones como Estados Unidos, no es menor en un enero caliente donde la revuelta de Brasilia y el Golpe de Estado en formato moderno contra Pedro Castillo sumado a la complicada situación social que vive Perú en los últimos días.

La situación del Perú se apodera de la agenda latinoamericana (después de que Lula lograra controlar con energía la revuelta con perfume golpista a una semana de su asunción) y es de análisis permanente para intentar sumar elementos de comprensión a una Latinoamérica cada vez menos integradas a la Gran America que sueñan los estadounidenses y los países desarrollados ya que las demandas y necesidades son más distintas cada día.

Mientras unos reclaman a Latinoamérica sus recursos para sostener sus desarrollos, Latinoamérica reclama su propio desarrollo.

Quienes hayan tenido oportunidad de recorrer algunas zonas de Perú y la propia Lima con otros ojos que los turísticos habrán advertido que los viejos resquemores clasistas y racistas que el Protector del Perú, José de San Martín, denunciaba y combatía con fuerza siguen presentes con total naturalidad.

Hoy en el lenguaje de la Presidenta Dina Boluarte y de los medios concentrados de poder económico y comunicacional se califica a esas clases populares, indígenas como la izquierda cooptada por movimientos organizados desde el exterior. Quien conozca a política y la sociedad peruana sabe que esa construcción es imposible. No hay institución o personaje capaz de conducir mínimamente los movimientos espontáneos que se produjeron en los últimos días.

Como lo dijimos en los días del Chile revolucionado a partir de los estudiantes que, rápidamente se transformó en un reclamo popular y ciudadano anárquico y desorganizado, no hay en ambos casos movimientos organizadores y contenedores de la bronca ciudadana como el sindicalismo y el peronismo en la Argentina o el PT en Brasil.

La suma de prejuicios de los sectores de poder y clasistas se generan los motivos y definiciones que se instalan con fuerza en sectores altos y de clase media acomodada y generan además matrices profundamente racistas., Los invasores extranjeros alienígenas de Cecilia Morel (la esposa de Sebastián Piñera) en el famoso audio, los planeros vagos e inmigrantes en la Argentina o el ahora terroristas de izquierda en Perú.

Como dice el escritor peruano David Roca Basadre “Una cosa es ser conservador de valores occidentales en Europa, y otra es serlo en cualquier tierra no europea”.

Al igual que pasó en Chile lo que surge en Perú a partir de la destitución de Pedro Castillo ,el primer presidente el la historia del país con algo de arraigo popular en los sectores trabajadores e indigenistas del interior peruano, la reacción popular se dio en forma espontánea, sin dirigentes y con una agenda sin ideologías, muy contundente y práctica en los reclamos y sobre todo poniendo en vista a la enorme mayoría de la población peruana que vive en la marginalidad y la informalidad.

Tomando como ejemplo Lima mal que nos pese no es San Isidro, Miraflores o la belleza del Casco Histórico, la realidad mayoritaria es el Cerro San Cristóbal, Pucusana, Santa Rosa, Puente Piedra, Ancón y Lurín distritos que hasta superan la media de pobreza nacional contra los primeros que tienen un índice de pobreza menor al 1 por ciento.

Así como en Chile se hizo famosa la frase “no son 30 pesos, son 30 años” Roca Basadre afirma que “No es la “izquierda”, es una repentina explosión de respuesta a siglos de olvido y rechazo”.

El escritor asegura que “Si analizamos las características generales de las personas que se movilizan en las manifestaciones contra el régimen de Boluarte y el Congreso de la República, vemos que hay efectivamente jornaleros o trabajadores de ese tipo, pero son sobre todo comerciantes, pequeños empresarios, campesinos dueños de sus tierras, estudiantes universitarios hijos de campesinos, miembros de comunidades y también desposeídos, empobrecidos –con apoyo del Estado– por las empresas extractivas. Aymaras, chancas, quechuas, asheninkas, awajún, etc., y mestizos, todos sumergidos en el limbo cultural al que la educación formal y el ambiente social los ha sumergido. Unidos por el mismo adversario, sin embargo”.

No está mal en todo caso analizar por qué (releyendo el párrafo de arriba) en situaciones también de altos índices de pobreza y postergación como el que vive la Argentina las reacciones no son iguales. Y allí es dónde aparecen los ordenadores sociales de los cuales carecen nuestros hermanos latinoamericanos. A principios del siglo pasado el radicalismo, después el peronismo y el sindicalismo son los canalizadores y los catalizadores de esas broncas, necesidades y revueltas.

La explotación y ausencia casi absoluta de derechos de los trabajadores peruanos de cualquier sector desde el comercio hasta los extractivismos se dan en el marco de ausencias absolutas de representaciones sindicales, y cuando esos sectores logran participar por primera vez fuertemente en la política -con la aparición y asunción de Castillo- es rápidamente desarticulado y “puesto en vereda” por los sectores del poder amparados por un texto constitucional y un sistema de gobierno (puestos en marcha por Alberto Fujimori) que hace imposible ejercer el poder o el Gobierno si no es en complicidad con los poderosos de turno o, mejor dicho, de siempre.

Roca Basadre explica que “Lo real es que a quien proviene del mundo rural, andino o amazónico, se le sigue desarraigando, como desde hace centurias, de toda relación de reconocimiento con su paisaje, al punto que lo desconoce, que se avergüenza de lo que sabe –a lo que ha convertido en despreciables creencias o supersticiones– y se avergüenza de su lengua y de sus vestimentas a todo lo cual ha folklorizado, a cambio de unos conocimientos del mundo occidental que nunca llegan completos, o llegan mal. (…) Sin los desvalorizados conocimientos originarios ligados a la tierra de la que no deja de ser despojado o de la que se aleja porque ha sido empobrecida, no recibe tampoco la promesa de la educación que lo integraría al mundo dominante. Y su suerte es, entonces, la de un limbo de nociones incompletas que no sirven ni para lo propio ni para lo ajeno. Limbo del que muy pocos logran escapar para ponerse a salvo”. No es original, es el proceso de colonización educativa que sufre todo Latinoamérica incluido Mendoza con los acuerdos con Fundaciones y fundancioncitas destinadas a fundir la educación más que a dotarla de fortaleza.

El escritor peruano continua que “Agregaría hoy, con más reflexión, al mundo campesino costeño que perdió de vista sus raíces muchas veces, y a los migrantes en las grandes ciudades como los que rodean Lima, entre quienes padecen ese aislamiento hecho a propósito. (…) Pero ese mundo sí se conoce a sí mismo. Y hoy, que tiene la influencia de treinta años de sentido común individualista promovido por el liberalismo económico descontrolado y simultáneamente mercantilista, ha creado personajes sinérgicos, a caballo entre los sentidos colectivistas originarios y el sentido de aislamiento social a que conduce la certidumbre de que cada uno se las tiene que arreglar solo. Un encuentro mal tejido entre el ser real en el mundo informal, y el deber/querer ser que la formalidad de pocos ofrece como ideal inalcanzable.

Y así, sus aspiraciones no son las de un vivir bajo un Estado poderoso como podría ser la apuesta socialista (o comunista), sino las de poder desarrollar sus capacidades, individuales o colectivas, para lograr afirmarse social, cultural y económicamente, con todas las ventajas y prerrogativas de las élites que los desprecian, pero afirmados en sus raíces y sus lugares”, situación (agregamos) que las elite ven como un amenaza o peligrosa.

Quienes siguen de cerca la gran informalidad y el crecimiento de ella en la Argentina mediante caminos como el monotributismo, deberían leer con atención situaciones latinoamericanas complejas como la del Perú dónde el 75 % de la economía se maneja en la informalidad absoluta sin pagar impuestos, ni salarios legales o dignos, sin ningún tipo de control y produce más de 25 puntos de la economía peruana.

En este contexto Latinoamérica se reunirá desde mañana formalmente en Buenos Aires. La necesidad de construir caminos conjuntos entre las sociedades y sus Estados parecen una necesidad imprescindible de cualquier reunión de este tipo si la decisión es escuchar a nuestros pueblos verdaderos y promover nuestro desarrollo más que nuestra dependencia.

(Nota publicada en Sitio Andino )

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